Todo un mar de gente se congregó ayer en la Ermita de
Melchora Saravia Tasayco, conocida como Melchorita, para ganar la gracia con
motivo de la conmemoración de su natalicio, ocurrido el año 1895 en el antiguo
pueblo de San Pedro de Ñoco Bajo, hoy distrito de Grocio Prado, cuya Plaza
Mayor se convirtió en todo un campo ferial, con comerciantes, Banda de Negritos
y otros que fueron el deleite de los miles de visitantes.
Muchos devotos de Melchorita hicieron el pedido al Papa
Benedicto XVI para que se agilice la Beatificación de Melchora Saravia Tasayco,
señalando que existen muchos milagros que realizó la Sierva de Dios en su
permanente afán de ayuda al prójimo. La mejor prueba de su santidad es la
masiva presencia de feligreses que llegan hasta su ermita para agradecer algún
milagro.
Mujeres, hombres, niños y ancianos hicieron largas colas
que daban la vuelta la Plaza de Armas, en medio de la intensidad de los rayos
solares, lo cual no fue impedimento para cumplir con sus promesas. Por el
contrario, los creyentes de Melchorita dijeron que ese era parte del ritual que
ella y el Todopoderoso les ponía en su camino para ganar la gracia de Dios.
Oportunamente, se realizó una misa en la Iglesia San
Pedro donde reposan los restos de Melchorita, la misma que fuera oficiada por
el Padre Martín, con la presencia de las principales autoridades del distrito y
la provincia, entre ellas el alcalde Alfredo Tasayco Tasayco, el Gerente de la
Sub Región Chincha, José Girao Oliva; el Comisario Sectorial, Comadante PNP
Jorge Sanabria Napanga; el Gobernador del distrito, Sergio Gallo Lima, entre
otras.
También se observó la presencia y patrullaje de los
efectivos de la Policía Nacional y del Serenazgo. Igualmente, se acordonó toda
la parte del cercado de la Plaza de Armas con la finalidad de evitar el ingreso
de vehículos, permitiendo solamente el paso peatonal, llegándose a habilitar
calles y avenidas adyacentes para el estacionamiento vehicular.
Asimismo, comerciantes de diversas partes del Perú
tomaron posesión del entorno de la Plaza de Armas, donde expendían sus
productos. No hay duda que este tipo de festividades les genera gran movimiento
comercial y económico a los moradores de este distrito, ya que muchos de ellos
habilitan sus viviendas para fomentar el negocio de comidas tradicionales,
dulces y licores como el pisco, vino y la cachina.
Apunte histórico
Melchorita Saravia nació en un hogar cristiano pobre y
campesino perteneciente al poblado San Pedro de Ñoco Bajo, actualmente Grocio
Prado, siendo las 11 de la noche del 6 de Enero de 1895. Sus padres fueron don
Francisco de Sales Saravia Munayco y doña María Agripina Tasayco Rojas. Fue
bautizada el 9 de Enero de 1895 en la Parroquia de Santo Domingo de Chincha.
Según el testimonio de sus familiares, desde los cuatro o
cinco años mostró inclinación por ir a la escuela -poco común en esa época en
niños de su edad- pero su madre no se lo permitía. Entonces, ella tomaba todo
libro que podía, como queriendo aprender, pero tenía que dejarlos porque nadie
le enseñaba a leer. Igualmente, cogía los juncos para aprender a tejer
sombreros y también tenía que dejarlos, pues todavía no tenía aptitud para
ello.
Más bien, lo que aprovechó antes de ir a la escuela fue
aprender las oraciones y el catecismo, porque eso sí le enseñaron su padre y su
madre. Dado su gran deseo de aprender, pronto los supo de memoria y se aprovechaba
de ello para sus rezos. Debido a la pobreza que los aquejaba, Melchora desde su
juventud tuvo que ocuparse de las tareas del hogar y del cuidado de sus
hermanos menores. A medida que iba creciendo en edad aprovechaba las
oportunidades para reunir a los niños y jovencitas para hacerles rezar el
rosario y enseñarles a dominar el catecismo.
El trabajo material no le hacía despreocuparse de la vida
de piedad, antes por el contrario le daba la importancia debida. En su pueblo
natal en esos años no había templo, pero ella desde muy joven se alistaba muy
temprano los domingos y días de fiesta para ir a pie unos cinco kilómetros
hasta Chincha Alta para oír la primera misa que era celebrada a las cuatro de
la madrugada y recibir la Sagrada Comunión.
(Paulo Uculmana)
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