Santiago de Chuco
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Partió un 15 de abril que fue, como bien lo
predijo, un día lluvioso en París.
Nacido en Santiago de Chuco un 16 de marzo de
1892. Vallejo aprendió de muy joven
las penurias de la vida. Llegó a Lima para estudiar pero, con 19 años, se
desilusiona de la carrera de medicina y regresa a Trujillo a retomar sus estudios de Letras.
En 1917
regresa a Lima y se codea con lo que en ese tiempo era la crema y nata de la
literatura peruana.
En 1919
consigue publicar su primer libro de poemas Los heraldos negros donde destaca
la obra con el mismo nombre.
La desgracia, quizá lo que más influyó en su
obra, regresa a él en 1920, cuando
es acusado del incendio y saqueo de una casa en Santiago de Chuco, adonde había retornado luego de enterarse que su
madre había fallecido. Por esta acusación fue llevado a prisión injustamente,
durante casi un año.
En 1922
publica Trilce, para muchos su
mejor libro, y que se adelantó al lenguaje literario vanguardista.
Al año decide irse a Europa, a pesar de que
no tenía dinero, y de ahí no regresaría nunca más. En París conoció a Henriette Maisse, con quien conviviría
hasta 1928, año en el que conoció a la mujer que cambiaría su vida Georgette Philippart.
En 1930 viaja a España, debido a que Francia sufría la crisis del crac de 1929, país donde empezaba a hacerse conocido por Trilce, que empezaba a ser estudiado y criticado muy positivamente. En ese país, mientras era testigo presencial de la instauración de la segunda república española, publica su obra Tungsteno, pero no puede hacer lo mismo con su cuento Paco Yunque, que los editores consideran “muy triste”.
En 1930 viaja a España, debido a que Francia sufría la crisis del crac de 1929, país donde empezaba a hacerse conocido por Trilce, que empezaba a ser estudiado y criticado muy positivamente. En ese país, mientras era testigo presencial de la instauración de la segunda república española, publica su obra Tungsteno, pero no puede hacer lo mismo con su cuento Paco Yunque, que los editores consideran “muy triste”.
Muereel 15 de abril de 1938, un viernes –no jueves, como diría en su poema Piedra
negra sobre piedra blanca– lluvioso de semana santa, y allí empieza la leyenda
del poeta del dolor humano y la confraternidad universal.
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